La Santidad; lo que nos pide Dios desde Jesús y sus apóstoles hasta hoy.
El amor a los enemigos (parábolas)
(Mt 5,43-48; Lc 6, 27-36)
(Mt5, 48) Sean ustedes perfectos, como su Padre que esta en el cielo es perfecto.
(Lc 6,36) Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo.
La santidad herencia del pueblo de Dios
Jesús envía a Ananías poner sus manos sobre Saulo (Pablo) para ser curado de la ceguera
(Hch 9,1)
Al oír esto, Ananías dijo: “Señor, muchos me han hablado de este hombre
y de todos los males que ha causado en Jerusalén a tu pueblo santo.
Pablo habla a la comunidad de Colosas; los llama Santos
(Col 1, 1-14)
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo el hermano, a los santos de Colosas,
hermanos fieles en Cristo. Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre. Damos gracias
sin cesar a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por vosotros en nuestras oraciones, al tener
noticia de vuestra fe en Cristo Jesús y de la caridad que tenéis con todos los santos, a causa de la
esperanza que os está reservada en los cielos y acerca de la cual fuisteis ya instruidos por la Palabra
de la verdad, el Evangelio, que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo que en
todo el mundo, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad: tal como os
la enseñó Epafras, nuestro querido consiervo y fiel ministro de Cristo, en lugar nuestro, el cual nos
informó también de vuestro amor en el Espíritu.Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por
vosotros desde el día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con
toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en
todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios; confortados con toda
fortaleza por el poder de su gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría
gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en la luz. El nos
libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor,
en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados.
Pedro visita a los creyentes de Lida
(Hch 9, 32)
Pedro, recorría todos los lugares, visitó también a los santos que vivían en Lida.
La resurrección de Dorcas
(Hch 9, 40-42)
Pedro los hizo salir a todos, y se arrodilló y oró; luego mirando a la muerta, dijo: --¡Tabita, levántate!
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se sentó. El la tomó de la mano y la levantó; luego llamó a los creyentes y a las viudas, y la presentó viva. Esto se supo en la ciudad de Jope, y muchos creyeron en el Señor.
Jesús envía a Pablo a predicar a los no judíos
(Hch 26, 18)
Te mando a ellos para que les abras los ojos y no caminen más en la obscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que crean en mí y reciban así el perdón de los pecados y una herencia en el pueblo santo de Dios.
La Santidad; lo que nos pide Dios
El Templo de Dios: El cuerpo de todo creyente
(1Cor3, 16-17)
¿Acaso no saben ustedes que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios vive en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes mismos.
(1Cor6,19-20) ¿
No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? Ustedes no son sus propios dueños, porque Dios los ha comprado por un precio. Por eso deben honrar a Dios en el cuerpo.
(2Cor6, 16-18 ; 7-1)
No puede haber nada de común entre el templo de Dios y los ídolos. Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como él mismo dijo:
“Viviré y andaré entre ellos;
yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Por eso también dice el Señor:
“Salgan de en medio de ellos, y apártense;
no toquen nada impuro.
Entonces yo los recibiré
y seré un Padre para ustedes,
y ustedes serán mis hijos y mis hijas,
dice el Señor todopoderoso.”
Así, pues, queridos hermanos, éstas son las promesas que tenemos. Por eso debemos mantenernos limpios de todo lo que pueda mancharnos, tanto en el cuerpo como en el espíritu; y en el temor de Dios debemos consagrarnos completamente a él.
Invitación a la Santidad ante el riesgo del Pecado y su fin
En la Oración el Espíritu Intercede por nosotros
(Rom 8, 24-28)
Porque solamente en esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve?
En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia.
Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero es Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Sabemos, además, que Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
Pablo manifiesta la conducta irreprochable al servicio de Cristo
(1Tes 2, 10-12)
Nuestra conducta con ustedes, los creyentes, fue siempre santa, justa e irreprochable: ustedes son testigos, y Dios también. Y como recordarán, los hemos exhortado y animado a cada uno personalmente, como un padre a sus hijos, instándoles a que lleven
una vida digna del Dios que los llamó a su Reino y a su gloria.
(1Tes 4, 3-8)
La voluntad de Dios es que sean santos, que se abstengan del pecado carnal,
que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto, sin dejarse llevar de la pasión desenfrenada, como hacen los paganos que no conocen a Dios.
Que nadie se atreva a perjudicar ni a dañar en esto a su hermano, porque el Señor hará justicia por todas estas cosas, como ya se lo hemos dicho y atestiguado.
Dios, en efecto, no nos llamó a la impureza, sino a la santidad.
Por eso, el que desprecia estas normas, no desprecia a un hombre, sino a Dios, a ese Dios que les ha dado su Espíritu Santo.
(1Tes 5, 16-26)
Estad siempre alegres. Orad constantemente.
En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros.
No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. = Absteneos de todo género de mal. = Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama y es él quien lo hará. Hermanos,
orad también por nosotros. Saludad a todos los hermanos con el beso santo.
(2P 3, 10-12)
El Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día, los cielos,
con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se disolverán,
y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá. Puesto que todas estas cosas han
de disolverse así,¿cómo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad,
esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán?
(1P 14-17)
Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes,
del tiempo de vuestra ignorancia, más bien, así como el que os ha llamado es santo,
así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura:
= Seréis santos, porque santo soy yo. =
Y si llamáis Padre a quien, sin acepción de personas, juzga a cada cual según sus obras, conducíos con temor durante el tiempo de vuestro destierro,
(Heb 12, 10-14)
Nuestros padres nos corregían sin ver más allá de la vida presente, tan corta, mientras que El mira a lo que nos ayudará a participar de su propia santidad.
Ninguna corrección nos alegra en el momento, más bien duele; pero con el tiempo, si nos dejamos instruir, traerá frutos de paz y de santidad. Por lo tanto, levanten las manos caídas y fortalezcan las rodillas que tiemblan, enderecen los caminos tortuosos por donde han de pasar, para que el cojo no se desencamine y más bien se mejore. Procuren estar en paz con todos y progresen en la santidad, pues sin ella nadie verá al Señor.
Pablo y los dirigentes de la Iglesia de Cristo oran por las debilidades
de la fe de los creyentes.
(2Cor 13, 9-13)
Ciertamente, nos alegramos cuando somos nosotros débiles y vosotros fuertes. Lo que pedimos es vuestro perfeccionamiento. Por eso os escribo esto ausente, para que, presente, no tenga que obrar con severidad conforme al poder que me otorgó el Señor para edificar y no para destruir. Por lo demás, hermanos, alegraos; sed perfectos; animaos; tened un mismo sentir; vivid en paz, y el Dios de la caridad y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso santo. Todos los santos os saludan.
1La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.
Desde Abraham hasta Moisés.
Abram considerado hombre justo ante Dios
(Gen 15-6)
Abram creyó al Señor, y por eso el Señor lo aceptó como justo y le dijo:
--Yo soy el Señor;
yo te saqué de Urde los caldeos para darte esta tierra
Como herencia.
Dios le pide a Abram Santidad.
(Gen 17, 1-2)
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:
---Yo soy el Dios todopoderoso;
Vive una vida sin tacha delante de mí,
Y yo haré un pacto contigo :haré que tengas muchísimos descendientes.
Ante la impureza de comer animales que se arrastran,
Dios pide purificación y Santidad
(Lev 11, 43-45)
No se hagan despreciables e impuros ustedes con
Ningúnanimal que se arrastra,porque yo soy el Señor, su Dios.
Ustedes deben purificarse completamente y ser santos porque yo soy santo.
No se hagan impuros con ningún animal que se arrastre por la tierra.
Yo soy el Señor, el que los hizo salir de Egipto para ser su Dios.
Por lo tanto, ustedes deben ser santos porque yo soy santo”
El Señor pide que se respeten sus leyes, la justicia y llama a ser Santos
(Lev 19, 1-2 ; 3-37)
El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
“Dile a la comunidad Israelita lo siguiente:
“Sean ustedes santos, pues yo, el Señor su Dios, soy santo.
El Señor nos pide consagrarnos a él en Santidad cumplimiendo con sus mandatos
(Lev 20,7-8)
“Conságrense completamente a mí, y sean santos, pues yo soy el Señor su Dios.
Pongan en práctica mis leyes, cúmplanlas. Yo soy el Señor, que los consagra a mí.
Dios nos llama a pertenecer a su pueblo en santidad
(Lev 20,26)
Ustedes deben ser santos para conmigo, porque yo, el Señor, soy santo.
Y los he distinguido de los demás pueblos para que sean míos.
Los sacerdotes apartados para Dios, consagrados en santidad
(Lev 21, 8)
Manténlos apartado de todo, porque ellos son los que presentan el
Pan de tu Dios. Y serán santos para ti, porque yo, el Señor, soy santo y
Soy quien los hace santos.
Las prácticas paganas repugnan a Dios, pide una relación perfecta
Moisés recomienda a los Israelitas:
(DT 18,13; 9-12) 14)
Ustedes deben ser perfectos en su relación con Dios
Zac 7, 8-10 El Señor se dirigió al profeta Zacarías, y le dijo :
“Esto es lo que no ordeno: Sean ustedes rectos en sus juicos, y bondadosos
y compasivos unos a otros. No opriman a las viudas. ni a los huérfanos,
ni a los extranjeros, ni a los pobres. No piensen en cómo hacerse daño unos a otros.
(Eze 18, 4-9 ) El Señor se dirigió al profeta Ezequiel.
Porque todas las vidas me pertenecen, tanto la vida del hijo como la del padre,
el que peca, ése morirá. Sea un hombre justo que practica el derecho y la justicia;
no come la carne no desangrada, no vuelve sus ojos hacia los sucios ídolos de la casa de Israel,
no ensucia a la mujer de su prójimo ni se acerca a una mujer durante su regla; no oprime a nadie ,devuelve la garantía al que le debía, no comete robos, da su pan al que tiene hambre y le pone ropa al que está desnudo; no presta su dinero con interés, no cobra comisiones, aparta su mano de la injusticia, juzga conforme a la verdad cualquier problema entre un hombre y su prójimo; sigue mis mandamientos, observa mis leyes y actúa en todo con fidelidad. Ese hombre es justo y vivirá, palabra de Yavé.
(
Sal 32, 11)
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!
(Sal 36, 10)
En ti está la fuente de la vida, y por tu luz vemos la luz.
Extiende tu gracia sobre los que te reconocen, y tu justicia sobre los rectos del corazón.
(Sal 37, 9-11; 27-29)
Porque los impíos serán aniquilados, y los que esperan al Señor, poseerán la tierra. Un poco más, y el impío ya no existirá; si buscas su casa,
ya no estará; pero los humildes poseerán la tierra y gozarán de una gran felicidad.
Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada, porque el Señor ama la justicia y nunca abandona a sus fieles. Los impíos serán aniquilados y su descendencia quedará extirpada, pero los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre.
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